viernes, 27 de mayo de 2011

corrió

Ella nunca supo qué le habia dicho. Ni tampoco cómo. Había hablado más rápido que sus pensamientos y, por puro instinto, soltó su mano y echó a correr. Más rápido de lo que nunca pensó que podría hacerlo.

Corrió hasta perder el aliento, hasta que sus pulmones no pudieron más y la obligaron a pararse. "O tú, o nosotros, no nos pidas q paguemos tus entuertos". Y ella pensó que no estaba en forma.

Paró. Y mientras se daba la vuelta para mirar hacia atrás y comprobar que ya estaba a salvo, intentó recordar lo que había pasado.

Sólo entonces supo con la mayor de las certezas que ya nunca más volvería a amarlo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Camina (que es sano)

Se dedica a pasear por la ciudad. Es apenas junio y el sol, aún tímido, se deja ver a intervalos cortos. Pesan las nubes, y el gigante dormido se levanta despacio, con un olor peculiar de sudor de asfalto. En una esquina cercana abre una pastelería dejando escapar decenas de olores que tientan al alma. Se dedica a caminar, eso es lo que hace; camina. Se levanta y se lava y sale a caminar. Y en esos largos paseos solitarios, en los que apenas habla con nadie, le da por pensar y perderse en recuerdos, en memorias, en pensamientos enrevesados que había olvidado, en teorías de vida, en ideas geniales que son siempre efímeras. En los cafés se sienta a veces atacado por la esperanza de un mes en blanco de posibilidades infinitas y coge servilletas y dibuja, pinta formas geométricas, las pervierte luego en líneas que se entrecruzan y se retuercen y divaga así sobre el papel, entre una mezcla viciada de café y tabaco. Y se dice a sí mismo que no necesita más que mil días como ese para llegar a entenderlo, mil uno quizá si algún día llueve o si el sol abandona el espacio y le deja la oscuridad como único marco de sal. Han pasado cinco días desde que llegó y han sido suficientes para adormecerle en su propio e incesante monólogo que a un tiempo le empuja a repasar los últimos meses de su vida y en otro le lleva a jugar con su futuro inmediato, con la fuerza del presente más intenso, ese que le envía el olor dulce de las esquinas y los vestidos de verano de las mujeres de paso. A veces salta a su infancia, a su adolescencia, a veces recrea la cama compartida, regresa de repente a sus años escolares, salta a su mesa de trabajo, vuelve a la risa de Ana, a su mirada, se pierde de nuevo en las noches del pasado verano y le entra el vértigo al revivir su partida, y el golpe es tan fuerte que le tira de bruces al suelo. Solo entonces siente como sus venas se llenan de nuevo de presente. Todo cambia, piensa en ese instante, y estoy vivo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Que te den, Karl Benz!

Fue en 1876 cuando Nikolaus August Otto, un señor con barba, inventó el primer motor de gasolina de la historia. Después de varios quebraderos de cabeza y tres o cuatro divorcios consiguió arrancar los pistones de su motor de cuatro tiempos para alegría y júbilo de sus vecinos. Este gran descubrimiento no le hizo mucha gracia a Karl Benz, que no llevaba barba sino un señor bigote, y, si bien pudo aplicar sus conocimientos en sus primeros prototipos de automóviles, siempre le tuvo cierto resquemor por haber sido Nikolaus y no él quien diera con la idea.

Casi de manera paralela, a Nikola Tesla y a Thomas Alva Edison, que se aburrían mucho, les dio por descubrir el principio del campo magnético rotatorio y, gracias a ello, inventaron los generadores de corriente alterna polifásica, que no sabían muy bien que significaba pero que comercialmente funcionaba genial con slogans del tipo "ponga una polifásica en su vida".

Aunque era algo que se escapaba de su campo, estrictamente hablando, Karl Benz no pudo soportar que el invento de Nikolaus se extendiera para otras aplicaciones que no fueran las automovilísticas, donde era él quien las controlaba, y siempre que tenía ocasión desacreditaba a su rival y desprestigiaba el uso del motor de explosión para generar electricidad.

A pesar de estos litigios y de ser un adicto al trabajo, Karl y su bigote tuvieron tiempo de formar una prolífera familia de veintiocho hijos. Fue el mayor de ellos, Hanns Benz, quien en 1963 visitó Barcelona de viaje de novios, quedando enamorado de la ciudad hasta su muerte, electrocutado al cambiar una bombilla, en 1999. Pero esta pasión por sus repetidos viajes no se perdió con él y su único hijo, Gaylo Follen Benz, decidió en el 2009 visitar Barcelona para conocer de primera mano las historias que su padre siempre le contó de niño.

Y ha sido él, Gaylo, quien esta mañana se ha acercado feliz a nuestro generador mientras tocábamos en la calle y, con una sonrisa en la boca, le ha dado al OFF, dejándonos a todos a oscuras, sin electricidad y con cara de ‘no puede estar pasando’. “Lo he hecho por mi abuelo” se le ha oído decir.

Que te den Karl Benz!!


domingo, 1 de noviembre de 2009

Hadas

Hace muchos, muchos años, cuando los soñadores éramos la fuente invisible de la creación, el primer rayo de luz besó la tierra y nacieron los deseos. Atemporales y despiertos, sembraron a sus hijos en las cuatro esquinas del viento para que recorrieran la tierra y unieran los mares, fundando ciudades en el firmamento. A su paso por bosques crearon las Hadas, perfectas guardianas de la unión de ambos mundos y de miles de seres repletos de magia.

Y desde allí nos observan, tocando en ocasiones los corazones que no desesperan.

martes, 20 de octubre de 2009

Un día cualquiera..

Era un día extraño. Lo notaba. Había agotado los dulces cinco minutos de margen que mi reloj adelantado regalaba cada mañana, y algo en el aire me hacía presagiar que aquel día sería distinto, que acabaría conmigo. Aún así trataba de justificar esa sensación que me subía por la espalda y se hacía con mi cuerpo, reticente a creer en una intuición desesperada.
Pero la búsqueda de justificación era en sí inculpatoria, ya que, si se tiene que buscar justificación a algo, es porque de por sí no la tiene. Y a partir de ahí todo se vuelve forzado y confuso.

Sea como fuera salí de casa temprano y bajé las escaleras deprisa. Quizá así pudiera dejar esa sensación en la cama si era más perezosa que yo. Pero no funcionó. Pasé todo el día con una incansable inquietud pendiendo sobre mi cabeza, agujereándome la nuca, susurrándome al oído. Se sobresaltaba con el menor de los ruidos y miraba nerviosa a un lado y a otro.

Pero llegué a casa y, a medida que las horas pasaban y acababa el día mi esperanza crecía y mi entusiasmo con ella.
Y dieron las doce cuando venció la noche y sentí un gran alivio, ¡por fin era libre!. Y sin poder guardar para mí la euforia añadida, el eterno descanso del sueño infinito, salí al balcón para gritar de alegría. Pero lo hice con tanto ímpetu que cedió la baranda que sostenía mi peso e irremediablemente caí hacia la calle, para que, medio segundo antes de que me alcanzara la acera, y con ella la muerte, recordara esos malditos cinco minutos que cada día mi adelantado reloj regalaba.

jueves, 11 de septiembre de 2008

A por el novato!

Cuando tienes que viajar en autobús durante varias horas siempre te asaltan dos deseos al encontrar tu asiento.

El más realista y mundano es que el asiento de tu lado se quede libre, huérfano de padres y sin parientes cercanos, para que puedas estirar todo lo correctamente estirable y dejar la bolsa a mano, por si en un arrebato incontenible te da por escribir algo, buscar lo que hace tiempo perdiste y q ahora parece probable que acabara por allí o sencillamente ocupar el doble a la mitad de precio.. q también tiene su encanto..

El otro deseo, más complicado, es que el azar se ponga de tu parte y te siente al lado una chica interesante, simpática, guapa, sociable, divertida y, lo más importante, disponible.. para pasar las próximas siete horas descubriendo lo mucho que estáis hechos el uno para el otro y el poco sentido que todo tenia hasta el preciso momento que os dijisteis los nombres compartiendo sonrisas.

Claro que todo deseo tiene su anti-deseo, su contrario, su pequeña versión de anticristo, de antihéroe.. q manía con ir contra corriente!.

Ese anticristo fue la que se sentó ayer a mi lado. Yo ya estaba cantando victoria al ver que faltaba un minuto, el bus iba lleno y mi asiento vecino vacío. A falta de la mujer de mi vida conversando a mi vera, la idea de viajar pancho era un consuelo.

Pero lo fue durante muy poco, hasta que un "ese asiento es el mío" frío, helado, bastante poco amigable (tanto que hasta me planteé si era humano) se presentó sin darme siquiera la mano. Yo me había sentado al lado de la ventanilla, como el 99% de los mortales (según los estudios de la prestigiosa universidad de Michigan), pero también estaba bastante seguro de que ese era el mío por el esquema de los números dibujado en el asiento.

Si el tono y las formas hubieran sido de este mundo, incluso viniendo del purgatorio, yo me hubiera cambiado. Si bien prefiero ventana me da bastante igual, la verdad. Pero la hostilidad siempre genera más hostilidad, aquí y en china, y no pude evitar que me viniera a la mente una frase famosa que alguien dijo una vez en la tele: "pa chulo chulo, mi pirulo!"

La mujer, lejos de hablarlo más conmigo (un simple gusano en su manzana podrida), corrió a hablar con el conductor, el sherif del lugar. Yo no podía evitar divertirme viendo como la mujer discutía con el hombre durante más de un minuto, mientras me preguntaba cuanto se tarda en preguntar si las ventanas son para los números pares..

Al final me cansé y decidí q me ganaría el cielo cediéndo a Satán su asiento de cuero. Así que cuando vino arrastrando detrás de ella al pobre conductor que aún no entendía el problema yo estaba dispuesto a cambiarme. Claro q mi sorpresa fue grande (en realidad mediana tirando a canija) cuando el conductor le dio la ventana a ella.. Aún tengo mis dudas de que no se la diera para librarse de otro dolor de cabeza, pero la cara de satisfacción y victoria que puso aquella bruja fue suficiente para decidir que este año no recibirá felicitación de navidad de mi parte..


He de decir que ella se bajó antes que yo y que, cuando me levanté para dejarla pasar (después de más de seis horas de viaje sin cruzar palabra), me dio las gracias..


Aún queda esperanza

De vuelta a casa..

Quien iba a pensar que el principio no era más que el final disfrazado de comienzo..

Nunca abdicaré de mi dulce reino de mentiras piadosas, de verdades nunca dichas, de absoluto despotismo.

Y en la más oscura noche del más alto de los cielos rasgaré mis vestiduras liberándome del miedo, de la sal y los prejuicios, de mi herida de plebeyo..

Desnudo, en la absoluta libertad del pensamiento!